jueves, 13 de octubre de 2011

Salamandra

Humo.
Hay humo por todas partes.
Baja por mi garganta, sube por mis pulmones.
El mismo humo entra y sale de mi una y otra vez.

Hace calor y me gusta. Las llamas lamen las paredes. Hace mucho que dejaste de gritar. El calor ya no me molesta, me gusta, me cubre, me abraza. Nunca nada había llegado de esa forma a mi corazón, envolviéndolo, girando sobre él.

Bowie arde como un héroe en el tocadiscos. ¿Por qué no gritas? Empiezo a tener un miedo frío, pero el fuego me silba, me dice que lo olvide todo. Que soy una salamandra y él me quiere y no tengo que tener miedo. Pero no me fío, no le veo los ojos al fuego y no puedo fiarme de algo o alguien sin pupilas para mirarme. De todas formas me gusta ser una salamandra, aunque siga teniendo miedo. Tendré un miedo cálido y al fuego le gustaré más.

Pero a mi me está dejando de gustar este fuego. Solo siento puntitos amarillos en mi espalda. Yo solo quería una chimenea en el salón.
Y ahora todo arde y tú no gritas y yo no existo y no sé que me abraza y no hay ojos que me miren pero hay voces que me hablan y lo siento y lo siento y lo siento, nunca quise hacerte daño.
Nunca quise ser salamandra.

Y ahora todo arde.
Todo arde hasta que nada arde porque no queda nada por arder. Ni las paredes, ni tú, ni mi piel, ni mis huesos, ni mi pelo, nada. Solo miran mis ojos de salamandra y preguntan qué pasa y ahora ya no pasa nada.

Porque todo ha ardido y nada queda por arder, salamandra.

martes, 20 de septiembre de 2011

Miedo

Imaginaos la habitación más mugrienta, del motel más cutre, de la carretera más perdida de este país. Las persianas bajadas, la luz de la lamparita encendida, ahora sí, ahora no, con la bombilla estropeada.
Yo asustada, cubierta solo por esa camisa ya no tan blanca, encogida en una esquina de la habitación. Temblando de miedo, de frío, de asco. Había tenido meses para pensar que hacer y esta no había sido contemplada nunca como una opción, como una salida posible. Podía ducharme, pagar y salir corriendo de allí, de todas formas había dado un nombre falso en recepción. Cuando fueran a limpiar el cuarto yo ya estaría muy lejos, tal vez cuando alguien volviera a pisar la habitación, eso ni siquiera seguía vivo.
No sabía cuanto tiempo había pasado sufriendo, llorando, ahogando los gritos para que nadie entrase y me obligase a cargar con él el resto de mi vida. Lo saqué fuera de mi, corté el hilo que nos unía y me aparté hacia la otra esquina de la habitación. Sin cogerlo, sin tocarlo siquiera, lo más lejos que me permitían estas cuatro paredes. No había llorado. Solo le escuchaba quejarse muy bajito, como si supiera lo que me pasaba y se sintiera culpable, como si no quisiera ser una carga.
Tenía miedo, mucho miedo. Pero algo en mi interior tiraba hacia aquel pequeño ser sucio y silencioso. ¿Por qué no lloraba? ¿Por qué no se quejaba? ¿Por qué no se aferraba ni un poco a la vida? Y sin quererlo me arrastré hacia él, haciendo gestos de dolor, poco a poco. Le cogí en brazos. Le miré y giró la cara hacia mí.
Era exactamente igual que ese maldito cabrón.
Y quise matarle, tirarle contra la pared, por la ventana, acabar con él y acabar conmigo después y acabar con todo.

Pero le abracé.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Volando

Tenía algo especial. No solo hacia las personas, también hacia los animales. Tenía esa capacidad para entender, esa empatía increíble. Y su fuerte eran las aves, todo tipo de pájaros.

¿Quién no odia a las palomas? Malditas ratas aladas. Él las adoraba y ellas a él. Innumerables noches llegaron a mi balcón con palabras suyas atadas a las patas.
Pero era cuando éramos chavales, después crecimos. Y seguimos juntos. Él y yo y también las palomas y a veces una cabra que jugaba al escondite. Se empeñó en poner un palomar al final de la finca de la casa grande. Yo decía que no y al final dije que sí, ¿cómo negarle nada a esos ojos?
Lo construyó él con sus propias manos, me cuesta recordar algo que se le diese mal. Pasó muchas, muchas horas allí. Las palomas se iban, a veces mucho tiempo, pero siempre, siempre, volvían. No hubo día que aquel palomar estuviera vacío.

Y el día menos pensado se fue, sin grandes aspavientos. Se fue tranquilo y me dejó aquí, acompañada, pero realmente sola sin él.
Y cuando volví a casa en el palomar solo quedaban plumas y suciedad. Los vecinos dijeron que a las siete y media más o menos todas habían levantado el vuelo al mismo tiempo. Nunca una paloma volvió a posarse allí.

Volaron con él, se fueron con él.

No sé como lo supieron, pero ahora, tantos años después, en esta habitación oscura con una ventana que da a la fachada de otro edificio y por la que no entra luz, veo a todos y cada uno de esos pájaros. Las mismas palomas que se fueron con él y vuelven veinte años después para devolverme a sus brazos. Brazos de los que nunca quise separarme.

viernes, 2 de septiembre de 2011

You'll be the one to hold my heart.

Túmbate.
Contén la respiración, cierra los ojos.
No existas durante unos segundos.
Yo te prometo que serán los mejores segundos de tu vida.
Disfruta de la nada, disfruta del vacío.

Contaré mentalmente hasta diez y entonces te besaré.
Y si al inhalar la primera bocanada de aire, abrir los ojos y mirarme, deseas existir para siempre a mi lado,no volver a desaparecer en el mundo que existe solo en tu cabeza, no volveré a alejarme de ti.

martes, 31 de mayo de 2011

Leave me out with the waste:

Heridas de batallas perdidas,
heridas que no cicatrizan,
que siguen,
que seguirán sangrando.
La hemofilia que me producen
tus besos de despedida.
Heridas que siguen abiertas en mi pecho
para que veas cada latido de mi corazón,
para que veas que sigue latiendo.
Que no hay cura que me haga dejar de sentir,
tus cristales afilados en mi cuerpo.

No os daré la satisfacción
de ver lágrimas caer por la palidez de mi cara,
no os daré a ninguno la razón.
No.
Puedo vivir con este dolor
y si muero será de pie,
sangrando,
pero en silencio.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Bésame.

Bésame, boca bonita.
Pega a mis labios torpes tu sonrisa.
Dime que me quieres.

Nueve puntadas en el centro de mi corazón,
curaste cualquier herida.
Dime que todo es verdad.

Bésame, boca bonita,
bésame.

crazy

Cómo te quiero los días que te quiero.
Cuando eres silencio abrazado a mis oídos
y eres luz pegada a mi retina
y eres cada gota de sangre,
y pensamiento.
Cuánto te quiero.
Cuánto te quiero esos días que te quiero.

Cuando de repente saltas de este caos de recuerdos,
como un resorte.
Cuánto te quiero.
Cuando mi cabeza quiere que te quiera
y esta memoria que los más de los días brilla por su ausencia
me recuerda que es día de quererte.

Hay días que no te quiero.
Que no te amo,
que no te pienso,
que no te siento.

Los días de no quererte,
son los días que más te quiero.

jueves, 10 de marzo de 2011

Dancing away from pain

Supongo que lo peor es cuando te das cuenta de que el mundo sigue girando. Que no ha parado ni un solo segundo del tiempo que llevas en esa nada estática. Que el tiempo ha pasado, por ti como por el resto del mundo y el oxígeno ha hecho estragos en la juventud de todos. Que estás en los huesos, te consumen las ojeras y hueles mal, joder tía, apestas.
Supongo que lo siguiente es darte cuenta de que si el mundo sigue dando vueltas, tú tienes que dar vueltas a su compás. Como ellos marquen, como ellos digan. Que no van a parar de seguir, seguir, seguir, por mucho que te falte aire y te sobren lágrimas. Puedes parar, seguirán arrastrándote, golpeándote, magullándote. Y gritándote que eres una cobarde. Y tú sabes que no eres una cobarde. Eres un desastre y en ese desastre que eres se han perdido tus ganas. Tus ganas de reir, de querer, de moverte, de respirar... Y busques donde busques no están. Hasta que olvides que las tuviste y sigas girando y girando y girando sin encontrar la forma de encajar tus movimientos al ruido de las bocinas de coche y los gritos sin sentido de la gente y los que ni entran en la categoría de personas.

Pero llegará. Él llegará, te encontrará las ganas, te dirá donde están y te agarrará por la cintura. Los claxons y los gritos cobrarán sentido y entonces es cuando empieza el waltz.
Solo déjate llevar.

martes, 15 de febrero de 2011

Llueves

Sigues lloviendo y ya estoy calada hasta los huesos.
Sigues lloviendo.
No me importa.
Tus besos recorren todo mi cuerpo en forma de gotas.

Sigues aquí, sigues aquí.

martes, 8 de febrero de 2011

No seremos supernova.

No nos quedó energía suficiente.
Nos colapsamos. Nos absorvimos el uno al otro. Nos destruímos mutuamente.
Y ahora somos tan solo negrura.
Pero falta tiempo para que deje de ver tu luz. Para que deje de percibirla, deje de llegar a mí y tengo que empezar a entender que nunca voy a entender a toda esta oscuridad.
Que se lleva, destroza, rompe y mata, todo lo que creímos eterno.

Juntos nuestros colores, formaron la más bonita de las nebulosas.

domingo, 6 de febrero de 2011

Many of horror

El ser humano es realmente complejo.

La mano que ayer te agarraba de la cintura y trataba de protegerte de todo peligro, hoy se lanza a tu cuello.
Los labios que ayer te besaban, hoy te dicen que no eres nada.
La mirada que ayer se posaba temblorosa en tu boca, con temor a toparse con tu pupila, hoy obvia tu presencia sin más.
La boca que ayer te dedicaba todas sus imperfectas sonrisas, hoy se tuerce si se topa con tu cara.

El ser humano me produce verdadero pánico.

viernes, 4 de febrero de 2011

The First Cut Is The Deepest

Este amor anárquico,
caótico,
sin orden ni concierto,
sin forma alguna de gobierno.

Este sentimiento que nos desarma,
que tira por tierra todas nuestras murallas.

Este amor que no defiende nunca,
este amor que siempre ataca.
Este amor que llena,
que devasta.

Este amor que me da vida.
Este amor que me mata.

Este sentir inconmensurable.
Que amenaza pero no acaba.

Nunca acaba.

martes, 1 de febrero de 2011

I

Despierto en esta atmósfera cargada del vaho de tus suspiros, en la pequeña habitación que da a una carretera por la que pasan demasiados coches. Son las 5 de la mañana y respiras fuerte, como si el aire tuviera que luchar para entrar en tus pulmones. Tienes la mirada fija en el techo y estás complemente empapado en sudor. Otra noche no has dormido, puedo leerlo en tus ojeras, más marcadas cada madrugada. Me levanto de la cama y ni te giras a mirarme. Tal vez ya ni soportas verme o desde ese mundo en que te hundes no percibes mi presencia. No lo sé. Entra algo de luz de la farola de la acera por la persiana medio bajada y vislumbro tu cuerpo destapado, tu piel de gallina adornada con perlas de sudor frío, tu pelo negro pegado a la frente. Sé que sigues aquí porque te escucho respirar entrecortado, porque a veces te tiemblan levemente los párpados, porque tu sudor empapa las sábanas que compartimos desde hace demasiado tiempo tal vez. Navegas sin rumbo en ese mar muerto en que se convirtió tu mente aquel día. Ese océano que ha ahogado tu voz, que se ha tragado tu risa. Que te ha arrastrado tan lejos de mí.

Me acerco hacia el armario. Vacío. Rebusco entre los montones de ropa tirada en el suelo lo menos arrugado. Alguien debería volver a poner una lavadora en esta casa. Pero eras tú quien se ocupaba de estas cosas, lo tuyo siempre fue el mundo real, yo siempre viví de las palabras, de vender humo de colores a quienes apreciasen las formas que hacía suspendido en el aire. Eras tú quien me devolvía del mare magnum de tinta y folios escritos a la cotidianidad. Quien ponía comida caliente entre mis manos inquietas, quien me recordaba que cosas como dormir, ducharme, beber... que a mí se me olvidaban entre las letras, eran vitales para seguir escribiendo. Y ahora soy yo quien trata de traerte de vuelta a mí lado. Y no sé como hacer que tus ojos fijos se enfoquen en algo que exista, no sé encontrar billete de regreso del lugar en el que estás. Soy presa de una inutilidad que hará que mueras de locura entre mis brazos. Sabes que solo sé escribirte versos demasiado cortos o párrafos demasiado largos. No sé vivir sin tus instrucciones.

miércoles, 26 de enero de 2011

monsters inside

Caer de bruces contra el suelo, para darme cuenta de que la piedra con la que tropiezo una y otra vez, soy yo misma.
Que soy yo quien me pone la zancadilla.
Que las armas con que pretendo defenderme, me disparan a las piernas.
Que las murallas que trato de alzar a mi alrededor, se derrumban sobre mí.

Que hay un monstruo de mi interior que todo lo destruye, que mueve mi cuerpo si no me doy cuenta, que habla, que ríe, que llora por mí.

Que este caos caótico, cada uno de los errores, sale de lo no tan profundo de mis entrañas. Arrancando,despedazando, arañando, mordiendo... destrozando todo lo que me rodea.

Y este corazón podrido, esta sangre infectada, estos huesos frágiles, ni merecen tus abrazos, ni merecen tus besos, ni merecen tu sonrisa...
Ni merecen siquiera una mirada tuya.

martes, 11 de enero de 2011

I'm on a losing streak

Enormes ojos de océano que se clavan con reproche en ti. Habías prometido hacer lo impensable por que no desbordase a aquel mar celeste de su iris en lágrimas por sus mejillas sonrojadas y ardientes de furia, como dos faros encendidos, destacándose en la niebla de su palidez.
El sol arrancaba destellos casi pelirrojos en su melena castaña.

Que bonita era cuando se enfadaba. Cuando me gritaba con todas sus fuerzas.
Yo me bloqueaba y solo pensaba en la forma perfecta de su campanilla. Todo era perfecto en ella.

Y no fui capaz ni de balbucear una pobre escusa.

Corrió lejos de mi, tropezando con los cordones de sus converse siempre medio atadas, medio a desatar y no tuve valor para seguirla.
Y se fueron con ella sus labios finos, sus dientes blancos, sus piernas largas, su pelo rizo, sus claras pestañas, sus ojos zafiro, sus pasos torpes, su media sonrisa...