Amanece Santiago cada mañana sembrada de cadáveres de paraguas, piedras que resbalan, santos empapados, universitarios aún borrachos.
Y no es que en Santiago llueva, es la propia ciudad la que llueve.
Santiago llueve.
Por cada baldosa, por cada casa, por cada iglesia, por todas y cada una de las piedras de la catedral.
Y el agua de toda la ciudad cae por mi cara, por mi pelo, mientras te veo correr hacia mí y me proteges de la lluvia y me abrazas y me preguntas cómo vivo en esta ciudad sin paraguas ni capucha y sonrío y me encojo de hombros.
Y es que sé que siempre estás ahí para cubrirme.
jueves, 25 de octubre de 2012
miércoles, 24 de octubre de 2012
it's delicate
Tengo historias grabadas con fuego en los huesos, palabras que fueron hierros candentes y dejaron huella hasta el tuétano.
Dejo que las olas pasen sobre mí y erosionen mis marcas pero me ahogan y no borran nada.
Si no ocultas en la sombra tus cicatrices, brillarán al sol.
Cubre con piel lo que escondan tu carne y tus huesos.
Pero siempre podrán ver lo que enseñen tus ojos.
Dejo que las olas pasen sobre mí y erosionen mis marcas pero me ahogan y no borran nada.
Si no ocultas en la sombra tus cicatrices, brillarán al sol.
Cubre con piel lo que escondan tu carne y tus huesos.
Pero siempre podrán ver lo que enseñen tus ojos.
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