miércoles, 17 de junio de 2015

Erasmus

Tras la ducha me siento en la cama y miro la habitación, tan desnuda como yo.
Al quitar las fotos de las pareces, el celo se ha llevado trozos de la horrible pintura amarilla. La ropa que antes se dividía entre el armario y una silla se encuentra doblada encima de la mesa, ordenada por primera vez en mucho tiempo. Calcetines sucios y zapatos siguen tirados por el suelo, como queriendo probar que alguien tan caótico como yo vivía ahí hasta hace muy poco. Y mi maleta me mira como preguntándome cuando tendré el valor de ponerlo todo el ella.
Fuera se hace de noche lentamente, el mundo no dejándome olvidar que el tiempo pasa. 
Nueve meses de mi vida inundan mi cabeza, imágenes que pasan frente a mis ojos a toda velocidad y se hacen pedazos igual de rápido.
Arrastrar la maleta en aquella ciudad tan grande y tan nueva.
Gritos en un idioma entonces desconocido.
Un autobús que pareció no acabar nunca.
Decenas de nosotros, nerviosos como nunca, nos juntamos, nos miramos y nos preguntamos. Nos preguntamos nombres, edades, estudios, sin saber que al pasar los meses conoceremos vidas enteras.
Una sonrisa enorme que me hace sentirme en casa.
Unos ojos azules (o verdes) que me miran desde el otro lado de la mesa en un pub.
Muchas horas de bus, de avión, de barco, de tren, de estar parados en mitad de la carretera esperando que alguien pare...
Una ciudad entera por descubrir.
Un país entero por descubrir.
Una guitarra que no para de tocar la misma canción.
Paisajes de película de ciencia ficción.
Aventuras por Europa.
Nieve, nieve, nieve, muchísima nieve.
[...]

Y tengo bastantes ganas de llorar, pero en vez de tener lágrimas en los ojos tengo un sonrisa enorme. Una sonrisa con vuestros nombres y apellidos, muchos de los cuales no puedo ni deletrear. 

No conozco la palabra en turco para adiós, solo sé decir hasta luego, debe ser una señal.

viernes, 21 de marzo de 2014

A constant reminder of where can I find him

Muy pronto estaré lejos de ti.
Y de todos.
Y habrá ruidos nuevos,
colores nuevos,
olores nuevos.
¿Encontraré con quien compartirlos?

Muy pronto estaré lejos de ti.
De todos.
Pero recuerda donde encontrarme,
en la luz,
en el camino.

Serán los míos nuevos caminos,
luces distintas,
pero las estrellas seguirán devolviéndome tu mirada cuando esté  lejos de ti.
Lejos de todos.

Siempre estoy en el hoyuelo que forma tu sonrisa,
en la parte de atrás de tu coche,
en el camino oscuro,
en esa ladera cuando veas que va a empezar a llover,
en las tardes de todos tus domingos
siempre que me quieras recibir.

martes, 12 de noviembre de 2013

Bucle interminable de ratones y ratones y muchísimos más ratones

Hay ratones en mi pared. Os juro que hay ratones dentro de las paredes de mi habitación. Me desperté por la noche y los escuché correr como locos a mi alrededor. A mi alrededor pero fuera de mi alcance. Se movían sin parar para que no supiera donde estaban. Si encendía la luz se hacía el silencio. Se quedaban quietos como muertos. Pero con la luz apagada se removían por las paredes de mi cuarto sin cesar.
Tumbada en la cama, paralizada por una mezcla de asco y miedo, escuchaba sus dientecillos mordisquear, sus patitas escarbar, sus grititos de roedores histéricos, y me pareció que poseían un tono victorioso y pensé que habían abierto un hueco en la pared y llegaban hasta mí. Y no pude si no levantarme de un salto y a oscuras, a tiendas, repasar cada pedazo de pared con las yemas de mis dedos en busca del agujero por el que se habían colado. Pero encontré la pintura intacta en todas partes, ni un rasguño en mis cuatro paredes. Repasé por si acaso también el suelo, pero supe que era imposible, que los ratones estaban en mis paredes.
Me volví a tumbar, temerosa, porque no llegaba al techo. Pero falsamente tranquila me dije, "Claudia, no hay ratones en el techo, los ratones están en las paredes". Y ellos seguían correteando a mi alrededor mientras frustrada daba puñetazos a la pared y gritaba que se callasen, que se callasen, que se callasen, que se estuvieran quietos o que se fuesen de una maldita vez. Pero seguía habiendo ratones en mi pared.
Seguía habiendo ratones y ya no eran ni dos ni tres ni cuatro. Se iban sumando más y más ratones y yo notaba como se hinchaban e hinchaban mis paredes llenas, ocupando poco a poco, centímetro a centímetro, toda mi habitación.
Hasta que estalló en una masa de gritos (los de los roedores y sobre todo los míos) y pelo y rabos y ojillos asustados por todas partes y comencé a sentir en medio de la avalancha que ya no respiraba, que se acababa, y calor, muchísimo calor.
Y y al despertar de nuevo en mi habitación intacta, cubierta de sudor y muerta de calor, contuve la respiración para escuchar y los escuché.
Porque hay ratones en mi pared.
Os juro que hay ratones en la pared de mi habitación.
Me desperté por la noche y los escuché correr como locos a mi alrededor...

jueves, 7 de noviembre de 2013

Lo sé

Si tú eres tú y yo soy yo y tú eres yo y yo soy tú, así como tú y yo somos nosotros y yo y tú lo somos todos, ¿quién eres? ¿quién soy? y sobre todo ¿quiénes somos?

Y este quien pierde importancia al preguntarme por qué.
¿Por qué yo siendo yo soy tú?
¿Por qué tú siento tú eres yo?
¿Por qué somos nosotros?

Y te miro y lo sé.
No sé el quién ni el por qué,
pero te miro y hay algo que sé,
sin saber que es.

domingo, 6 de octubre de 2013

When we are alone


Fue la transición inesperada de tu mejilla a tu boca.
De mis manos en tus hombros a mis uñas en tu espalda.

Del nunca, al tal vez, al sí, al siempre
Del querer, al poder, al necesitar.

El mundo no se paró cuando te conocí.
Al contrario, empujaste mi mundo a seguir.

La transición inesperada, pero necesaria,
de darme cuenta de que en el agujero donde cavaba mi propia tumba,
había un árbol que plantar.

De hojas rojas,
de corteza blanca.

viernes, 12 de julio de 2013

Mañana nos reiremos de esto

Destellos de luz blanca hacen que parezca que te mueves a golpes.
Como la vida misma.

Veo la escena en fotogramas y tengo que parar de bailar cuando el mundo me da vueltas y no enfoco tu sonrisa.
Alargar la mano y saltar contigo entre luces de colores es tan normal como respirar.
Y llenas todos los vacíos que hay a mi alrededor moviéndote sin parar.
Y no entendemos lo que nos gritamos al oído, pero reímos.

¿Cómo estar sola contigo a mi lado, amigo?

Y tumbada en la cama, con las luces aún danzando bajo mis párpados
sé que entre ojeras mañana nos reiremos de esto,
nos reiremos del mundo
y de cada uno de ellos.

jueves, 27 de junio de 2013

Promesas que no valen nada

Volé demasiado cerca del sol.
(Me prometiste que nuestras alas no eran de cera)

Bajé buceando a paisajes increíbles.
(Me prometiste que serías tú mi oxígeno)

Salté desde el acantilado más alto.
(Me prometiste que estarías abajo para cogerme)

Alimentabas el fuego que me calentaba
y confié en que seguirías haciéndolo siempre.
Tranquila, me dormí entre tus brazos
y al despertar helada no vi más que unas brasas que se apagaban
y a ti que me dabas la espalda.
Y al intentar avivarlo, desesperada,
me quemé las manos y acabé con lo que quedaba.

Y supongo que miré más mis ampollas que tu espalda y no me dio tiempo a gritarte que te quedaras.