Volé demasiado cerca del sol.
(Me prometiste que nuestras alas no eran de cera)
Bajé buceando a paisajes increíbles.
(Me prometiste que serías tú mi oxígeno)
Salté desde el acantilado más alto.
(Me prometiste que estarías abajo para cogerme)
Alimentabas el fuego que me calentaba
y confié en que seguirías haciéndolo siempre.
Tranquila, me dormí entre tus brazos
y al despertar helada no vi más que unas brasas que se apagaban
y a ti que me dabas la espalda.
Y al intentar avivarlo, desesperada,
me quemé las manos y acabé con lo que quedaba.
Y supongo que miré más mis ampollas que tu espalda y no me dio tiempo a gritarte que te quedaras.
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