martes, 15 de febrero de 2011

Llueves

Sigues lloviendo y ya estoy calada hasta los huesos.
Sigues lloviendo.
No me importa.
Tus besos recorren todo mi cuerpo en forma de gotas.

Sigues aquí, sigues aquí.

martes, 8 de febrero de 2011

No seremos supernova.

No nos quedó energía suficiente.
Nos colapsamos. Nos absorvimos el uno al otro. Nos destruímos mutuamente.
Y ahora somos tan solo negrura.
Pero falta tiempo para que deje de ver tu luz. Para que deje de percibirla, deje de llegar a mí y tengo que empezar a entender que nunca voy a entender a toda esta oscuridad.
Que se lleva, destroza, rompe y mata, todo lo que creímos eterno.

Juntos nuestros colores, formaron la más bonita de las nebulosas.

domingo, 6 de febrero de 2011

Many of horror

El ser humano es realmente complejo.

La mano que ayer te agarraba de la cintura y trataba de protegerte de todo peligro, hoy se lanza a tu cuello.
Los labios que ayer te besaban, hoy te dicen que no eres nada.
La mirada que ayer se posaba temblorosa en tu boca, con temor a toparse con tu pupila, hoy obvia tu presencia sin más.
La boca que ayer te dedicaba todas sus imperfectas sonrisas, hoy se tuerce si se topa con tu cara.

El ser humano me produce verdadero pánico.

viernes, 4 de febrero de 2011

The First Cut Is The Deepest

Este amor anárquico,
caótico,
sin orden ni concierto,
sin forma alguna de gobierno.

Este sentimiento que nos desarma,
que tira por tierra todas nuestras murallas.

Este amor que no defiende nunca,
este amor que siempre ataca.
Este amor que llena,
que devasta.

Este amor que me da vida.
Este amor que me mata.

Este sentir inconmensurable.
Que amenaza pero no acaba.

Nunca acaba.

martes, 1 de febrero de 2011

I

Despierto en esta atmósfera cargada del vaho de tus suspiros, en la pequeña habitación que da a una carretera por la que pasan demasiados coches. Son las 5 de la mañana y respiras fuerte, como si el aire tuviera que luchar para entrar en tus pulmones. Tienes la mirada fija en el techo y estás complemente empapado en sudor. Otra noche no has dormido, puedo leerlo en tus ojeras, más marcadas cada madrugada. Me levanto de la cama y ni te giras a mirarme. Tal vez ya ni soportas verme o desde ese mundo en que te hundes no percibes mi presencia. No lo sé. Entra algo de luz de la farola de la acera por la persiana medio bajada y vislumbro tu cuerpo destapado, tu piel de gallina adornada con perlas de sudor frío, tu pelo negro pegado a la frente. Sé que sigues aquí porque te escucho respirar entrecortado, porque a veces te tiemblan levemente los párpados, porque tu sudor empapa las sábanas que compartimos desde hace demasiado tiempo tal vez. Navegas sin rumbo en ese mar muerto en que se convirtió tu mente aquel día. Ese océano que ha ahogado tu voz, que se ha tragado tu risa. Que te ha arrastrado tan lejos de mí.

Me acerco hacia el armario. Vacío. Rebusco entre los montones de ropa tirada en el suelo lo menos arrugado. Alguien debería volver a poner una lavadora en esta casa. Pero eras tú quien se ocupaba de estas cosas, lo tuyo siempre fue el mundo real, yo siempre viví de las palabras, de vender humo de colores a quienes apreciasen las formas que hacía suspendido en el aire. Eras tú quien me devolvía del mare magnum de tinta y folios escritos a la cotidianidad. Quien ponía comida caliente entre mis manos inquietas, quien me recordaba que cosas como dormir, ducharme, beber... que a mí se me olvidaban entre las letras, eran vitales para seguir escribiendo. Y ahora soy yo quien trata de traerte de vuelta a mí lado. Y no sé como hacer que tus ojos fijos se enfoquen en algo que exista, no sé encontrar billete de regreso del lugar en el que estás. Soy presa de una inutilidad que hará que mueras de locura entre mis brazos. Sabes que solo sé escribirte versos demasiado cortos o párrafos demasiado largos. No sé vivir sin tus instrucciones.