miércoles, 22 de diciembre de 2010

mañanas que valen la pena

Amanece.

Rayos de sol revelan las ojeras que la luz de luna escondía.
Se escucha el odioso sonidito del despertador que te arranca de entre mis sábanas.
El ruido infernal de las persianas.
Los claxons fuera, en la helada calle.
Los desayunos apurados en silencio, como palpando lo que queda de tu presencia, sin apartar los ojos de cada mínimo movimiento que haces. Reteniendo cada segundo en mi cabeza.
Tus miradas rápidas al reloj.
Tu prisa en acabar la taza de café con leche.
Tu ducha en tiempo record.
El pelo mojado que tratas te peinar, en vano, enmarcando tu cara.

Tu sonrisa de lado y tus ojos titubeantes que no saben como despedirse hasta la noche de la chica despeinada y aún en pijama, que se sienta sobre la encimera, agarrando el vaso intacto de zumo de naranja entre las manos.

-Se le van a ir las vitaminas...

Vale la pena despertar contigo.

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